El Cambio Climático en los hombros de las Ciencias Sociales

Por Mercedes Pardo-Buendía

Las evidencias del Cambio Climático no dan lugar a duda: 1) el aumento de la temperatura media de la superficie del planeta desde la industrialización en alrededor de 0,85ºC; 2) la disminución del hielo en el Ártico (3,5-4,1% por década en el periodo 1979 a 2012 e importantes cambios en la Antártida): 3) la subida del nivel del mar (0,11°C por década hasta los 70 metros de profundidad, en el periodo 1971-2010).

Las consecuencias de esas evidencias abarcan asuntos tan graves como el aumento de fenómenos climáticos extremos, como son las olas de calor que, con muy alta probabilidad, serán más frecuentes y durarán más tiempo, tormentas y huracanes, entre otros. Dentro de estos fenómenos no lineales – lo cual añade mayor riesgo – tenemos la reaparición del fenómeno de El Niño.

Las proyecciones de los diferentes modelos de análisis, con independencia de la variabilidad de las cifras, también son claras: habrá un aumento del calentamiento global del planeta. Aun en el caso de que las sociedades dejaran de emitir hoy mismo gases efecto invernadero, se tardaría muchas décadas, si no un siglo, en disminuir el C02 en la atmósfera a niveles preindustriales.

La gravedad del calentamiento global del Planeta abre unas perspectivas de un futuro incierto y preocupante. No se trata solo de que a los osos polares se les deshielen las plataformas del Ártico que son su hábitat de supervivencia; se trata de que, probablemente, se acabó para los humanos la fiesta del crecimiento económico desaforado a costa de lo que sea.

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“No coinciden quienes causan el cambio climático y quienes son los afectados” (Lorie Shaull, Creative Commons License)

En el siglo XIX se requirió a la economía un “pacto” entre capital y trabajo; el siglo XXI se caracterizará por el necesario pacto entre economía y ecología:  la comprensión de la importancia de los ecosistemas biogeofísicos, indispensables para la supervivencia de la humanidad. Más importante todavía: las energías renovables y las espectaculares mejoras de la eficiencia energética no serán solo para una minoría – Occidente – que se beneficie de los avances tecnológicos, sino que necesariamente deberán llegar a todos los lugares del planeta.

Aunque no coinciden quienes causan el cambio climático y quienes son los afectados, ello no impide situar el Cambio Climático como un hecho social en sentido durkheimiano. Es un hecho social 1) por sus causas: el modelo energético contaminante de combustibles fósiles; los grandes cambios de usos del suelo – urbanización, ganadería, entre otros; 2) por sus consecuencias: son las sociedades y la población humana la que está siendo afectada por el Cambio Climático.

Por tanto, la lucha contra el Cambio Climático, la transición a una economía y una sociedad no contaminante, requiere de la participación activa de todo el conocimiento existente y por desarrollar de las ciencias sociales.

Una carga tan fuerte como es el necesario cambio profundo de las sociedades, en la economía, en la política, en los valores, en el consumo, en el comportamiento… para luchar contra el Cambio Climático no puede ponerse solo sobre los hombros y las espaldas de los climatólogos, los físicos, los químicos, los científicos naturales, los tecnólogos. Los sociólogos, politólogos, economistas, humanistas, filósofos, pedagogos, periodistas, historiadores, todas las ciencias sociales tienen un papel que cumplir en el análisis riguroso del problema así como de la búsqueda de soluciones en las sociedades, que es donde solo se pueden llevar a cabo.

Estamos ante el mayor cambio social desde el inicio de la revolución industrial: de la Sociedad del Petróleo a la Sociedad del Sol, es decir la sociedad que funcionará, más pronto o más tarde, mayoritariamente con energía solar. No es una cuestión tecnológica. Ya existe tecnología madura para ello. De lo que se trata es de su implementación en todos los órdenes: cambios en el modelo de movilidad y transporte; en lo diseños urbanos; en la edificación; en la estructura del modelo de energía que permita la generación distribuida y el autoconsumo; entre otros muchos cambios sociales de calado.

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“Estamos ante el mayor cambio social desde el inicio de la revolución industrial.” (Matt Brown, Creative Commons License)

Pero además, esa transición energética debe ser una transición justa. Es decir, debe llegar a todos los sectores sociales y a todas las sociedades, y estar al servicio de la mejora de las condiciones de vida de los sectores más vulnerables. No todo vale en la lucha contra el Cambio Climático si eso produce más pobreza; tampoco todo vale en la lucha contra la pobreza si produce más Cambio Climático. Ambos asuntos – los más graves a los que se enfrentan las sociedades actuales – están intrínsecamente relacionados y las ciencias sociales pueden y deben ayudar en el necesario cambio social. Podemos ilustrar esa afirmación con alguno de los sucesos graves relacionados con el Cambio Climático. La ola de calor que se produjo en Europa en el verano del 2003 produjo casi 13.000 muertes en España, directamente a población sana expuesta o indirectamente a población vulnerable. El análisis de la situación, no por los meteorólogos cuya función se limitaba a informar de las temperaturas y su evolución, sino por los científicos sociales, permitió identificar la importancia de informar adecuadamente a la población de lo que había que hacer y no hacer en esos días, en los medios de comunicación y en los servicios de salud, así como de desarrollar políticas públicas al respecto para los servicios públicos de salud. A partir de los análisis se construyó capacidad preventiva ante nuevas olas de calor, con resultados positivos

Otro ejemplo que ilustra la necesidad de implicación de las ciencias sociales en materia de Cambio Climático es la necesidad de desarrollar políticas e instrumentos sociales para el cambio lo más rápido posible hacia la producción y uso de energías renovables, en todos los ámbitos desde las empresas hasta el hogar. La lucha contra la pobreza energética, por ejemplo, puede apoyarse también en facilitar el acceso a la tecnología de ahorro energético para los hogares.

En suma, la lucha contra el Cambio Climático requiere la participación activa de todas las ciencias, a fin de mejor comprender y abordar la solución del problema.


Mercedes Pardo-Buendía é Professora de Sociología del Cambio Climático y Desarrollo Sostenible na Universidade Carlos III de Madrid. mpbuendi@polsoc.uc3m.es

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