Por: Antonio Aledo
Estoy realizando una estancia académica en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa en el equipo de investigación liderado por la Dra. Luisa Schmidt y con el apoyo de la Dra. Carla Gomes. Esta estancia está financiada por el Ministerio de Universidades del Gobierno de España dentro del Programa de Estancias de Movilidad de Investigadores en Centros Extranjeros. La preparación de un manual de sociología ambiental es uno de los objetivos principales de esta estancia. En los próximos párrafos resumo los principios fundamentales sobre los que se ha construido la sociología ambiental, que van a dirigir los contenidos de este manual.
La sociología ambiental se ha construido sobre cuatro pilares paradigmáticos: primero, la definición de su objeto de estudio como el análisis de las interacciones entre sociedad y naturaleza; segundo, su insistencia en la causalidad social de los problemas ambientales; tercero, su énfasis en señalar la desigual distribución tanto de los impactos negativos de los problemas socio-ambientales como de sus fuerzas y agentes causantes; por último, la tensión ontológica existente entre el reconocimiento de la construcción social de la naturaleza y la dependencia de lo social de sus bases naturales.
La sociología ambiental estudia las causas y consecuencias sociales de los problemas ambientales, participa de las propuestas de reconducir la relación sociedad-naturaleza hacia modelos más sostenibles -admitiendo lo complejo y contestado del concepto- y, por último, estudia los discursos e interpretaciones que se dan sobre las causas, consecuencias y soluciones a la crisis ambiental . Resulta importante señalar que la sociología ambiental no estudia los aspectos sociales de la crisis ambiental, sino las interacciones entre lo social y lo ambiental, destacando la dependencia que el sistema social presenta de las bases materiales ecosistémicas. Modelos como el POET (población, organización social, entorno y tecnología) nos permiten indagar, por ejemplo, sobre cómo el cambio climático influye en los movimientos migratorios, en la producción de conflictos entre regiones, y en las respuestas que están apareciendo en la esfera tecnológica. Al mismo tiempo, permite reflexionar sobre la velocidad de los cambios culturales y su influencia sobre la emisión per cápita de gases invernadero.

Figura 1: Explotación minera en la selva amazónica, estado de Pará, Brasil. Foto archivo del autor.
La sociología ambiental afirma la causalidad social de la crisis ambiental. Este hecho tan obvio es olvidado -muchas veces de forma interesada- por las ciencias naturales y tecnológicas. En ambos casos, se aproximan al estudio y al diseño de propuestas como si el medio ambiente fuera una esfera aislada de lo social y como si las soluciones tecnológicas se aplicasen sobre un vacío sociológico. Por ejemplo, ante la emergencia climática responden de forma unicausal. Así, si un agente principal del aumento de gases invernadero son los motores de explosión de los vehículos: cambiémoslos por uno eléctrico. Un problema – una solución. De esta forma, las propuestas exclusivamente tecnológicas evitan la discusión y el cuestionamiento del complejo y desigual entramado de relaciones socioeconómicas y políticas e interpretaciones culturales que sostienen la sociedad del carbono y que están en el núcleo fundamental del origen causal del cambio climático.
La sociología ambiental ha insistido, desde sus comienzos, en la relación existente entre desigualdad y crisis ambiental. La aparición del movimiento por la justicia ambiental entre el colectivo afroamericano, junto con la aplicación del world system theory a los intercambios ambientales han conducido a investigaciones sobre la deuda ecológica o la degradación de territorios indígenas por empresas multinacionales. La sociología ambiental insiste en que no solo los impactos del cambio climático recaen con más fuerza sobre los grupos más vulnerables sino en que el poder debe ser introducido en la explicación causal del cambio climático. Los estudios más recientes sobre impactos socio-ambientales se enfocan desde la interseccionalidad en los que clase, género, etnia y otras variables interactúan en múltiples contextos y problemáticas socioambientales. Este enfoque abre nuevos caminos para la mejor comprensión de la producción social de la crisis ambiental y sus efectos.

Figura 2: Represa de Porto Primavera, Paraná, Brasil. Foto archivo del autor.
Y para terminar esta rapidísima introducción a lo que entendemos como elementos paradigmáticos de la sociología ambiental, queda referenciar el debate entre constructivismo versus realismo, que ha cobrado renovado interés con la aparición del negacionismo climático. Kant afirmó que el ser humano pertenece a dos mundos, al Reino de la Naturaleza y al del Espíritu. Este hecho es tan obvio que resulta desconcertante que los sociólogos hayan esquivado, casi por completo, las variables ambientales para explicar complejos procesos como la transición demográfica o los cambios estructurales en el consumo. Como es también difícil de entender que hayan resistencias desde las Ciencias Naturales para incorporar la dimensión social al análisis de los problemas ambientales. Los seres humanos viven en múltiples realidades socialmente construidas que dan lugar a múltiples interpretaciones del mundo. La división entre naturaleza y sociedad, como mundos separados, ha sido determinante para legitimar la dominación y explotación de la naturaleza pero, también, para que las soluciones que se proponen ante la crisis ambiental choquen con la potencia de lo social y se diluyan en millones de estudios y proyectos sin capacidad alguna de influencia sobre la insostenibilidad del modelo socioeconómico.
Antonio Aledo (Alicante, 1963) es catedrático de sociología ambiental en la Universidad de Alicante. Se ha especializado en evaluaciones de impacto social de megaproyectos en Latinoamérica (minería, transporte, hidroeléctricas, turismo…). Es director del Observatorio Socioeconómico de Inundaciones y Sequías.